A fines de la década de los 80 apareció en Japón el primer chindogu.
Según sus mandamientos, un chindogu debe complacerse en la inutilidad pero al mismo tiempo solucionar con eficiencia el problema para el que fue diseñado; debe ser real pero sin que nadie sueñe con usarlo realmente.
Y así hay remeras para rascarse la espalda, paraguas para zapatos nuevos o ventiladores para enfriar los tallarines.
Según sus mandamientos, un chindogu debe complacerse en la inutilidad pero al mismo tiempo solucionar con eficiencia el problema para el que fue diseñado; debe ser real pero sin que nadie sueñe con usarlo realmente.
Y así hay remeras para rascarse la espalda, paraguas para zapatos nuevos o ventiladores para enfriar los tallarines.